Parte 1
Los dos
hemisferios cerebrales
El cerebro humano se divide en dos partes a las que se ha
denominado hemisferios, a cada uno de estos le competen diferentes funciones.
El derecho por ejemplo se encarga de los procesos del ritmo y el color, la
imaginación y el manejo de los espacios y las dimensiones; en otras palabras,
el hemisferio derecho es el que nos permite imaginar las cosas. Los artistas,
los escritores, los pintores, los músicos, etc, tienen desarrollado este
hemisferio más que otras personas; por ejemplo quien escribe una novela utiliza
su imaginación para cumplir su cometido; aquí está utilizando el hemisferio
cerebral derecho. El derecho entonces es el hemisferio en donde se ubican las
habilidades creativas.
El hemisferio izquierdo realiza las operaciones lógicas,
secuencias de palabras, análisis y enumeración, cálculos; es decir, de las
operaciones analíticas y matemáticas.
Pese a que, como vemos, los dos hemisferios cerebrales
tienen funciones determinadas, el cerebro humano es un solo órgano; y está en
nosotros desarrollarlo integralmente, porque no todo en la vida es actividad
creativa o analítica-matemática. Cuando realizamos una operación matemática (hemisferio izquierdo) también entra en juego lo creativo, por ejemplo para
escribirlo en el papel de tal suerte que se presente atractivo y ordenado para
quien lo vaya a ver. Las dos partes del cerebro, entonces, pueden y deben
trabajar en conjunto, a efectos de lograr el incremento de sus habilidades
generales.
Por otra parte, debemos saber que el cerebro controla todo
en nuestra vida: la parte afectiva-emocional, la motriz, la psíquica, incluso
los reflejos; todos los sentidos de que dispone el ser humano (oído, vista,
olfato, tacto, gusto) y otras capacidades que la ciencia recién está
estudiando, (la atracción al plano material de lo que imprimimos fuertemente en el pensamiento subconsciente con el trabajo de la conciencia activa), son controlados por el cerebro, y así mismo es este el órgano que
nos impulsa a satisfacer nuestras necesidades, desde las más primarias o fisiológicas (de alimento, aire, reproducción) y de seguridad (protección y defensa ante las amenazas),
pasando por las necesidades sociales de amor y pertenencia,
autoestima, hasta las más elevadas que son las necesidades
intelectuales de autorrealización (ser lo que se es capaz de ser, y hacer lo que es capaz de hacer) y de comprensión y saber (conocer el por qué, el cómo, el
cuánto, el qué y el cuándo de las cosas).
Qué son las
neuronas y cómo funcionan
Las neuronas son las células cerebrales. Un adulto tiene
alrededor de 100 billones de neuronas. Se han identificado hasta el momento
tres tipos diferentes de neuronas: unas se encargan de recoger la información
captada por los sentidos; otras procesan la información recibida y la envía a
otras neuronas y éstas últimas envían la información o mensajes ya procesados al
resto del cuerpo. Recibimos un estímulo a través de los sentidos, lo procesamos
y por último reaccionamos frente a ese estímulo, consciente o insconscientemente.
Las conexiones que hacen las neuronas entre sí, se
denomina sinapsis, que en griego antiguo significa unión o enlace. Estas
conexiones son de suma importancia en el proceso de aprendizaje, porque
mientras más conexiones se realicen se va desarrollando la capacidad del
cerebro para retener información. La primera vez que las neuronas reciben un mensaje
o un estímulo, este ingresa en el proceso de grabación; la segunda vez que las
neuronas lo reciben y procesan el mismo mensaje lo reconocen y la tercera o
cuarta vez la conexión ya está fijada. Una vez establecida o fijada, no la olvidamos a no ser que dejemos de practicarla durante mucho tiempo.
Por ejemplo, cuando estudiamos para un examen, oral o escrito, la primera
vez que leemos la información estamos iniciando a establecer las conexiones neuronales; si leemos una, dos o tres veces más, la información se fijará en nuestra
mente y cuando tengamos que rendir la prueba nos resultará más fácil recordar
para contestar una pregunta.
NOTA IMPORTANTE:
“Algunas Veces, más que los contenidos mismos de una asignatura, lo importante
es el tipo de conexiones que nos enseñan a establecer. Pueden sernos muy útiles
en otros campos en el futuro.”