Jorge Valverde León |
Continuando con la serie de artículos sobre la memoria, hoy tratamos sobre
El Reconocimiento
Consiste en la identificación del estímulo que produjo la impresión; por ella adquirimos una especie de familiaridad con los objetos, fenómenos o situaciones vividas anteriormente por nosotros. Nos damos cuenta que lo producido en la memoria es algo que efectivamente pertenece a nuestra experiencia psíquica pasada; de este modo, lo reproducido se presenta no como algo que apenas se conoce, sino más bien como algo que se RECONOCE.
Los grados de exactitud y rapidez de reconocimiento pueden ser distintos según el grado de semejanza que haya entre los nuevos y viejos estímulos. El recuerdo verdadero se caracteriza por el reconocimiento; vale decir, que la imagen evocada se nos aparece como algo conocido, siendo, por lo tanto, diferente de lo nuevo. Pero además de este reconocimiento del recuerdo, existe otro: es el que ocurre cuando nos encontramos frente a un objeto o persona conocidos.
Algunos filósofos, Bergsnon entre otros, señalan que nosotros podemos reconocer un objeto exitosamente cuando podemos servirnos de él, cuando conocemos su uso y podemos utilizarlo. Esto quiere decir que en presencia de dicho objeto somos capaces de ejecutar aquellos movimientos habituales que nos conducen a emplear ese objeto adecuadamente, y ante una persona conocida sabemos qué actitud asumir, ya sea acercándonos o alejándonos de ella.
Según esta doctrina, el sentimiento de familiaridad o de lo ya conocido, no será otra cosa que la impresión de algo habitual, originada en la facilidad con que ejecutemos ciertos movimientos con fines prácticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario